30 de junio de 2014

EL ACOSADOR

Nada más salir por la puerta noté su presencia. Hacía sol pero habían anunciado una nueva ciclogénesis explosiva y el viento empezaba a despeinar las cabelleras más rebeldes. Incluida la mía que en esos momentos insistía en enroscarse a mi cuello cual pitón.

Me perseguía. A esas horas de la mañana sólo me acompañaban el ruido de mis tacones y el vaivén del bolso en la cadera. Empecé a caminar más rápido con  el peligro que eso suponía. Mis nuevos tacones eran presa fácil entre los viejos adoquines del barrio.

Cada vez estaba más cerca; lo notaba. Me giré y vi que se escondía tras la esquina con aire burlón. Empecé a correr chocando con el frutero que blasfemaba a mi espalda. No había tiempo para disculpas y corrí más rápido. Entre el viento y las prisas, mi pelo parecía afro, estaba al borde del esguince y tenía la convicción de que esta vez sí me atraparía.



Corrí y corrí hasta llegar al número 101, la librería. Entré como un huracán sonriendo fugazmente al dependiente. Y allí, entre libros de bolsillo, best sellers y novelas, di esquinazo a mi acosador. La rutina nuevamente no me alcanzó. 

"Si crees que la aventura es peligrosa, prueba con la rutina. Es mortal." Paulo Coelho

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