¿Qué son las pestañas? Pues son esos pelillos que están al borde de los párpados. Una parte de nuestro cuerpo que a veces resulta ser una de las más olvidadas. Su función es proteger al ojo de los rayos del sol, de las partículas de polvo o de cualquier cuerpo extraño. Por eso es sumamente importante destinarle un cuidado especial y hoy en día hay multitud de productos para ello.
La vida máxima de una pestaña es de 45 días. Tras su paso por el mundo cae. Entonces es cuando pedimos un deseo que se cumplirá si al soplar, la pestaña vuela. Tras esto, vuelve a nacer otra. Obvia decir lo importante que es la alimentación para su normal crecimiento pero además del aporte vitamínico, para reforzar su crecimiento, los expertos recomiendan pestañear frecuentemente y desmaquillar los ojos diariamente. Lo que no hay que hacer nunca, pues las debilita, es rascarse los ojos o arrancarse las pestañas (aunque parezca raro hay gente que lo hace igual que el que se come las uñas). Tampoco es muy recomendable el uso de rizapestañas. Hay que cuidar de ellas sobretodo para proteger los ojos pero también para embellecer nuestro rostro.
Una de las cosas que no faltan en mi maleta cuando salgo de viaje es mi máscara de pestañas y mi brillo de labios. Puedo prescindir de maquillaje, de sombra de ojos, de colorete… pero no de máscara de pestañas.
Actualmente tenemos un sinfín de marcas y tipos dónde elegir; cada vez que tengo que comprarme una es una odisea porque no sé por cuál decantarme.
Pero… ¿cómo surgió este producto? A finales del siglo XIX, Eugène Rimmel, un cosmetólogo francés, inventó un producto a base de hierbas para fijar el pelo de las rocambolescas barbas que se llevaban entonces. Pero no fue a él, sino a un empleado de la empresa a quien se le ocurrió que también podría fijar los pelillos de las pestañas. Y así fue! Modificó su fórmula y creó la primera máscara de pestañas y Eugène fue quien lo distribuyó. Es por eso que se le suele llamar muchas veces rímel, en recuerdo de su descubridor.